Fiesta #1: La Bienvenida {todos}

¡Sí! Por fin el día había llegado, estaba tan emocionado que ni si quiera se como llegué a la Casa del Búho, mis emociones estaban locas en ese momento, tenía muchas ganas de reencontrarme con esa persona tan especial, que nunca perdimos la comunicacion cuando estuvimos separados, sentía que el camino se me hacía demasiado largo, pero luego me fije que estaba cerca por la música, me arregle mi gorro de mi poleron y ahí estaban... ¿Todos?, miré mi reloj, y eran la media noche con unos pocos minutos, recién había comenzado, eso explicaba por qué estaba Sammy y Dean con unas cervezas, excelente, alcohol, estos chicos saben como hacer una fiesta de bienvenida.

Cuando alcé mi mano como saludo, me sentía un poco decepcionado, ¿Acaso llegará? ¿Se había olvidado de esto? ¿Qué diablos me estoy preguntando?
Me estaba volviendo loco, debía reposar un poco o tomar algo, los nervios me matan, cada vez más, joder.

- ¡Pero si son mis dos compañeros Follaores! - sonreí acercándome aún más - ¿Como han estado? No me quiero colocar homosexual pero los extrañe demasiado. - les di unas palmaditas en el hombro a los dos-.

Me reí mientras veía las neveras llena de hielo y cervezas, y la casa abandonada, un poco tétrica, me daban escalofríos tan solo verla, soy fan de las pelis de terror y todo eso pero esa casa... diablos.
Saqué una cerveza bien helada, la destapé en la mesa y di un buen trago, comencé a pensar que esta fiesta iba a ser mejor que la primera que fue en el bosque.

- Buena elección de música chicos. - alcé mi botella de felicitación y di otro buen trago a mi cerveza y sonreí de lado mirando si se divisaba un poco de gente, ojala que lleguen rápido-.

La muchacha había estado todo el día encerrada en el campamento, odiaba no tener algo para hacer, siempre era la misma rutina para ella. Levantarse, darse una refrescante ducha matutina, desayunar en el comedor, asistir a clases, volver a la cabaña, dar una vuelta por el lugar y en la noche ir temprano a dormir. Era la primer semana y por supuesto debía estar concentrada en lo que hacía y eso realmente la ponía irritable a toda hora. Pero por suerte había llegado el fin de la primer semana y eso mismo significaba poder salir a divertirse, poder ir a las afueras del campamento o simplemente beber unas cuantas cervezas. Pero eso no le esperaba para este fin de semana, sino la fiesta de bienvenida para los nuevos campistas. Sí, realmente esto compensaba todo el estrés de la semana.

Se había enterado de la reunión nocturna hacía cinco minutos, lo que implicaba, seleccionar su vestimenta con suma rapidez, maquillarse velozmente y llegar a la fiesta mínimamente temprano. Si había algo odioso era llegar a la fiesta y encontrarse absolutamente perdido, viendo como toda las personas tienen ya con quién socializar y sobre todo perderse de la mayor diversión, sobre todo, que se acabe el alcohol.
Así que en su mente, comenzó a armar conjuntos con la vestimenta, pero se decidió rápidamente - algo increíble - por un vestido color crema, no tan al cuerpo, con unos borceguís, ahora a la moda, color suela. Acompañados por una campera de jean, la cual calzaba perfectamente con el conjunto. En el cabello, simplemente se colocó una hebilla para mantener su flequillo hacia atrás, y con su rostro, solo un poco de color en sus pestañas, con un poco de delineado, y en los labios solo un poco de brillo.
Ya estaba casi lista, simplemente le faltaba armar su cartera, la cual era pequeña, del mismo color que sus zapatos, y en ella llevaba lo más fundamental para un fin de semana. La colgó, cruzada y se dispuso a salir hacia la fiesta.

Luego de unos cuantos minutos de viaje llego finalmente al lugar, un lugar bastante oscuro y tenebroso - solo para la miedosa de ella misma - pero por suerte estaba iluminada por algunas luces de colores y se escuchaba bastante fuerte la música. Caminó hacia allí, cada vez más cerca. Claramente pudo divisar la silueta de Sam, la cual se fue iluminando a medida que se acercaba más a él. Podía verlo allí, de pie, con un deliciosa cerveza.

Llegó por fin a la puerta, y le dedicó una sonrisa tierna a Sam, para luego acercarse aún más a él y besarlo en la mejilla, en forma de saludo.
Agregó con sus palabras - ¡Sammy! - ese típico tono entusiasta.

Sábado, diez y media. Un sentimiento importante: nervios. Sí, muchos nervios. ¿Y qué pasaba el sábado, porqué tanto nerviosismo? ¿En serio es necesario preguntármelo? Tenía un nudo en el estómago, y no podía siquiera tararear mientras me daba una ducha rápida en la cabaña. Llevaba allí una semana, pero no había visto a casi nadie exceptuando a Sam, Loh y Dean, además de Aidan y alguna vez que otra a Jaden. Estaba nerviosa, y me faltaba a alguien importante por ver.

Encima de mi cama, estaba toda la ropa que me había traido para el verano, es decir, cuatro maletas repletas de camisetas, pantalones, vestidos, complementos, zapatos... podía ser muy yo, pero ir bien vestida era algo que necesitaba urgentemente. Cuando terminé, aún con el pelo mojado y una toalla enrollada al cuerpo, comencé a mirar entre los montones de ropa que había sobre la cama, intentando elegir. Tenía muchos vestidos bonitos, muchísimos. Pero pensé dónde iba, y pensé que no quería parecer exagerada. Finalmente me decidí por unos vaqueros cortos de un color azul claro, con aspecto desgastado, y doblados un poco al final. Una camiseta de tirantes, de color rojo claro, un color salmón, y unas converse de color gris, que pensé, no quedarían mal con la camiseta. Cuando me sequé el pelo, lo dejé suelto, y terminó de secarse mientras yo metía el móvil y la llave de la cabaña en el bolsillo y salía a las once y media para allí.

Me perdí, y me sentí idiota porque sentía ganas de volver a la cabaña y sentarme a respirar profundamente. No podía ser tan idiota al cuadrado, al cubo, o a lo que sea, por favor. Comencé a ver gente por todo el bosque, unos reían, otros estaban allí, simplemente, y otros, como yo, caminaban casi ciegamente hacia donde procedía el sonido de la música y la luz de la fiesta: la casa del búho. Suspiré y me atreví a subir las escaleras del porche una vez allí, y a entrar entre todo el bullicio de gente. Llegaba unos minutos tarde, al menos diez, pero tenía mis razones, claro que sí. No había hablado con Sammy sobre dónde podríamos quedar, así que dejé de buscar, me encontrarían, seguro. Entré y entré y miré por todas partes, hasta ver una mesa de bebidas bastante larga, así que me aparté del bullicio - aunque allí también había bastante - y me quedé mirando qué podía beber. Debía controlarme, el curso anterior... digamos que me pasé varios pueblos.

De acuerdo, ver a un director, sea director de lo que sea, en una fiesta, donde los mismos alumnos asisten. Es... raro, había que admitirlo. Pero había que admitir otra cosa muy importante. Phoenix no era un director cualquiera. Él tenía 28 años de... ¿inmadurez? ¿De indiferencia? ¿De mujeres? Digamos que era una mezcla de muchas características. Y entre una de ellas, estaba el hecho de creerse mucho más joven de lo que era, y ser suficientemente fanático de las fiestas como para no poder faltar.

Phoenix viajó en su Poulsen Hybrid de color azul noche a la Casa del Búho, no podía creer que viviendo hacía años allí no conociera ese lugar. Dejó el auto aparcado una cuadra después, y caminó hasta la casa abandonada. Era temprano, bueno, temprano para lo que sería la hora en la que la fiesta comenzaba. Phoenix comprendió que debería volverse temprano, mañana debía despertarse temprano para ponerse al día con los registros de profesorado y sus salarios correspondientes. Y a eso de las 9:00 a.m ingresaban alumnos nuevos. Odiaba ese trabajo, ¿qué había hecho con su vida?

Phoenix entró a la casa destartalada, que por cierto le daba una clase de sentimiento de terror que le agradaba, le intrigaba, y con una sonrisa en los labios buscó a las personas allí. - Heey, aquí Phoenix, el director. - exclamó, riéndose levemente.

Se dirigió dentro de la casa tétrica, donde buscó rápidamente a su fiel compañero, el alcohol. Adélaide no era de esas muchachas que bebían hasta que terminaban tiradas en el suelo, con la cabeza dándole vuelta, algunas abrazadas al inodoro, todo, por no saber hasta que punto el alcohol es inofensivo. Ella jamás se había excedido con la bebida, tampoco con las drogas ilegales. Se podía decir que la muchacha era bastante sana, a comparación de muchos otros adolescentes.

Se acercó a la mini heladera, de donde sacó una cerveza, se acercó a la mesa e increíblemente, con la poca fuerza que tenía, la botella se abrió. Le dio unos tragos largos y rápidos, esperando que la noche pasara rápidamente hacia la diversión.
Al caminar, divisó al morocho, con la sonrisa de perfección en su rostro y sus claros ojos enamorados de sí mismo. Por supuesto estaba hablando de Phoenix.
Se acercó a él, totalmente pendiente de su bebida. Le dio otros sorbos más, hasta dejar la botella en la mitad.
- Miren quién llego - dijo, detrás de la silueta del grandulón. El tono con el que habló fue bromista, con algo de ternura en su voz, totalmente reconocible al instante.
Esperó a que el anciano se volteara, simplemente para saludarlo. No creía que Phoenix la soportara demasiado, tenía esa leve impresión.

Mientras conversaba con Sammy y Dean, llegó Adie, para que hablar de ella, no vale la pena, pero solamente resalta que es bonita, nada más, y gracias que se fue pronto por que llegó a la fiesta, Neo, ahora sí que la fiesta se esta animando.
Luego de dar un trago largo a mi cerveza y mirar a la gente que llegaba, mis ojos se agrandaron y se centraron en una persona, la felicidad se apoderó de mi cuerpo, quería gritar ahí mismo de la emocion, mi corazón empezó a latir rápidamente, trague saliva sonoramente para controlarme y sonreí de lado.
- Me voy por unos minutos, ya vuelvo, creo - dije ya empezando a caminar hacia ella sin importarme si Sammy y Dean habían escuchado-.

Deje mi cerveza en unas de esas mesas sin dejar de mirar ese rostro angelical, ya estaba cerca, esquive a la gente de la fiesta pero ya la estaba perdiendo, pero llegué detrás de ella, solamente podía ver su espalda y su larga cabellera, suspiré para tomar un poco de valor y darle una linda sorpresa.
Caminé lentamente, alargue mis brazos sobre su cuello, le di un sonoro beso en su mejilla, me reí y le dije.
- Adivina quien soy, Gigi Poulain. - le susurré en su oreja, esperando un reacción, ojala que recuerde mi voz y que no reaccione con un golpe en mi cara, ahora que me fijo, ya estoy pensando estupideces, solamente debía tranquilizarme, y eso al parecer era en vano.

Me había decidido. Había sido algo difícil, pero por fin... sabía que iba a beber. Cogí un vaso de plástico de los que habían en un paquete transparente sobre la enorme mesa de bebidas, y cogí después una botella refresco de cola. No sabía cómo quedaría que la que el año anterior batió el récord en borracheras estuviera bebiendo refresco, pensarían que me controlaba por algún embarazo o alguna locura así.

Bebí un trago, y el gas consiguió que me quedaran los ojos húmedos. Dejé el vaso sobre la mesa y me limpié los ojos con suavidad, para no eliminar o extender de forma grotesca el poco maquillaje que había en mis pestañas. De pronto, unos brazos pasaron sobre mi cuello, y me besaron sonoramente en la mejilla. La voz que habló a continuación borró todo pensamiento que había tenido sobre cómo defenderme. Me giré lentamente, quedando frente a la persona que esperaba ver desde hacía ya un año. Derek había cambiado, pero no era culpa suya, era culpa del tiempo, y de que había estado de gira, uno cambia de look de esa forma. Yo me sentí extraña, porque durante un momento me quedé en blanco. Después de unos segundos inhalé una bocanada de aire y sonreí ampliamente, poniéndome de puntillas para rodear su cuello con fuerza y abrazarlo.

- Te he echado de menos, Derek Bell. - dije, aún abrazada a él. Por fin, después de un año, tenía lo que quería. Pero ahora debería enfrentarme a lo que conseguía ponerme más nerviosa de lo que Derek me ponía ya.

La rubia había tardado más de lo que pretendía en llegar a la fiesta. A último momento se había encontrado con un viejo compañero del campamento, al cual conocía desde el inicio del curso anterior, y habían estado largo rato hablando. Él no sabía de la fiesta de bienvenida, por lo que charlando y charlando, olvidaron por completo el horario. Corrió -más o menos- hasta su cabaña para buscar la ropa adecuada para esa noche, y luego, también a paso muy apurado, caminó hasta los baños femeninos para ducharse allí y, al salir, vestirse con su ropa y estar lista para entonces.

Dicho, y hecho. Una vez aseada, Shiloh se vistió con sus ya conocidos shorts de jean, y una camisa sin tirantes a rayas de color blanco y dorado opaco. Unas converse enteramente níveas completarían el conjunto. Secó su cabello, y se lo acomodó como siempre, raya al costado, y un ligero flequillo ondulado.

No había encontrado a nadie con quien ir, algo que la fastidiaba bastante. La mayoría de sus amigos ya estaban allí, y el resto, simplemente no podía comunicarse con ellos. Entre esos, estaba Aidan. ¿Dónde demonios estaba ese chico últimamente?

Así que, para no caminar sola hasta las afueras de Lanton, algo que no le gustaba para nada, y luego de entregar la autorización de salida en la recepción del campamento, un auto la recogió. Bien sabía ella de la incógnita del lugar, por lo que dio una dirección de dos o tres cuadras más alejadas, las que caminó jugando con su móvil en mano para no aburrirse.

Cuando llegó, después de guardar su móvil en el bolsillo trasero de sus shorts, se quedó asombrada por la real estupefacción que causaba la Casa del Búho. Permaneció pocos segundos mirando el lugar, para luego sonreír de lado y caminar hasta la puerta. La rubia abrió la destartalada puerta de madera vieja y entró, escuchando la música y visualizando lo infalible de una fiesta: el alcohol. Y claro, después notó a sus amigos... pero, esperen. ¡Ellos eran relevantes también!

- Buenas noooches. - canturreó, con ese tonito de diversión suya. La rubia caminó un par de pasos, saludando a Adée con la mano, la cual tenía a unos pocos pasos de ella.

Ya con ese fin de semana sería una semana exácta que Makenzie regresaba al campamento, habia tenido apenas tiempo de ver a los campistas del verano pasado, asu que aprobecharía la fiesta para encontrarlos.
El verano pasado no habia asistido a la fiesta de bienvenida, ya que en ese entonces no tenia las ganas suficientes de seguir viviendo y menos de divertirse, pero ahora ella era otra. Seguia siendo Makenzie pero con otra perspectiva de la vida.

Luego de revisar su vestimenta acorde con el lugar y noche, acomodandose su cabello -ahora completamente lacio- salió del campamento hasta el lugar indicado.
Al encontrar el lugar, divisó que era una de las pocas personas que se encontraban ahí. Uhm..Shiloh & Genevieve habia cambiado bastante en la epoca que no las habia visto. Vio a lo lejos a Dean junto con mas personas.
Camino hacias las bebidas, el alcohol era necesario en ese lugar.

Cerré los ojos, abraza a ella, por fin lo que quería todo el año que estuvimos separados se cumplía, y su voz retumbo por toda mi mente. Abrí los ojos y le dije un poco nervioso.
- Yo también Gigi, y no sabes cuanto. - le besé la mejilla lentamente y me quede ahí en su hombro mirando a todos los chicos que estaban en la fiesta, luego pensé algo-.

Tenía que hablar demasiadas cosas con Gigi, a solas, pero ese ruido de los chicos conversando, la música, risas, las botellas, me estaban volviendo loco y quizás más de una vez nos iban a interrumpir, o también podría llegar un conocido, y demasiadas cosas.
Me separé de Gigi rápidamente, dejando de abrazar su cuello, ojala que no la hubiera asustado por qué para mi fue un poco brusco.
- Gigi, sabes, necesitamos conversar... - miré hacia otro lado como tomando aire o valentía y luego mis ojos se centraron en los suyos- y a solas -.

Estiré mi mano para que se parara de donde estaba, el único lugar donde podíamos conversar tranquilos era la casa del búho que estaba frente de mi y a unos pasos solamente, demonios, como me daba escalofríos al tan solo ver sus ventanas rotas...

Sentirme entre los brazos de Derek era como... como si hiciera mucho tiempo desde que alguien me había abrazado así, y aunque sí, me habían abrazado mucho esas últimas semanas, ningún abrazo consiguió que el corazón me latiera más deprisa, o que sintiera el impulso de mirarle a los ojos y... llamadme cursi, sí, pero me sentía como en una nube. Sonreí cuando volvió a besar mi mejilla, pero fue un beso tierno, de esos besos que te erizan la piel y te hacen sentir mariposas.

Me dejó algo extrañada la forma en la que se alejó de mí, por un momento pensé que iba a decirme algo malo, o que iba a salir corriendo, y sentí el corazón en la garganta de lo rápida y nerviosamente que latía. Pero dijo que teníamos que hablar y entonces sí que tuve la sensación de tener el corazón en la garganta. Había llegado el día, y con él, lo que tanto había esperado y al a vez, sin saber porqué, temido.
Asentí lentamente siguiendo su mirada incluso cuando la apartó, y luego me miró a los ojos y por poco caigo. Asentí de nuevo y miré a mi alrededor. Demasiada gente.

- Si... lo sé. - dije, sonriendo levemente, mientras veía cómo estiraba la mano. La cogí sin pensar, porque había conocido mejor a Derek, y tenía muy claro que eso ya eran impulsos. Me giré en aquel pasillo y señalé unas escaleras. Parecían algo viejas pero había gente en ellas, conversando, bebiendo y bailando. Tiré de su mano caminando un momento hacia atrás para no dejar de verlo, pero después giré y comencé a subir hacia arriba. Una habitación sería apropiada, y si tenía un lugar donde sentarse, mejor. Subimos las escaleras y el ruido era menor, y aunque había gente, había una habitación vacía, seguro.

Esa era una conocida voz para él, después de todo la morena era a la que más había visto en esa última semana, después de a Dean y a Sam, claro. A ellos los veía más ya que los tres eran profesores. Si, Phoenix, aunque era director del campamento ahora, también seguía ejerciendo su puesto de profesor de natación, después de todo era lo que le gustaba. Lo apasionaba.

Giró sobre sus talones con una sonrisa de lado en sus labios, con las cejas en alto. Una expresión claramente alegre. - ¿Quién? - preguntó, haciéndose el tonto, cambiando su mirada con la de otras personas de allí como si realmente no entendiese quién había llegado.

Luego de que ella hablara, otras personas más entraron en la casa, entre ellos Makenzie, quien le produjo una corta sonrisa en los labios, y las mocosas de Genevieve y Shiloh. Esperaba que en ese año estuviesen más tranquilas, los desastres de esas dos le causaban jaqueca. También estaba Michelle, la chica nueva, y uno que otro a quien había recibido pero no recordaba nombres. Después claro, estaban sus dos amigos, y Derek. Pero aún así, deshaciéndonos de toda esa lista de nombres, Phoe sabía que Adélaide hablaba de él. Y eso, en cierta forma, le encantaba.

Despues de servirse una copa, y otra más, Makenzie ya estaba lo suficientemente entrada de ánimos como para empezar a relacionarse con los demás. Tan solo esperaba que el lugar se llenase aún más.
A los pocos minutos que ella entró vio entrar a Phoenix, sonrió apenas mientras terminaba su segunda copa.
Le hizo una seña con la mano, en modo de saludo, un año entero sin saber nada de él y del campamento.
Se levantó del lugar donde estaba y camino hacia él, debia de empezar a relacionarse con los demás o quedaría como una cohíbida en tremenda fiesta.
-¡Hey Phoe!- dijo abriendose paso entre la pequeña multitud que se formaba.